Por Alma Lluberes
Embajadora FIJE
República Dominicana
Actualmente el mundo se enfrenta a un desafío urgente: tomar acciones que aborden el cambio climático atendiendo a la necesidad apremiante de hacer una transición hacia practicas más sostenibles.
Es por eso por lo que las energías limpias están cobrando cada vez más protagonismo, pues han venido a cambiar el escenario de manera radical. Al tiempo que ofrecen una solución para los retos ambientales, las energías renovables potencian el crecimiento económico creando nuevas oportunidades de empleo, aumentando la independencia energética de los países y mejorando la calidad de vida de sus habitantes.
Sin duda hay que poner atención a lo que se está convirtiendo en un poderoso catalizador de la economía a nivel mundial y a la capacidad que tiene para revolucionarla.
La Agencia Internacional de Energías Renovables estima que para el año 2030 se alcanzaran los 38 millones de empleos a nivel mundial en este sector. Un crecimiento que sirve de incentivo para la inversión y la innovación.
Al dejar atrás los combustibles fósiles y hacer la transición hacia fuentes renovables como lo es la energía solar, eólica o hidroeléctrica, se abre un abanico de posibilidades que estimula y transforma la economía local, ya que abarca desde la fabricación, desarrollo e investigación, hasta el sector de la construcción, impulsando el crecimiento económico de forma notable y esperanzadora.
Otro de los factores más relevantes a tomar en cuenta es que las energías renovables proporcionan a los países un grado mayor de independencia y seguridad energética, lo que se traduce en una economía más estable.
No podemos ignorar el hecho de que hay lugares, en países aun en desarrollo, que no tienen acceso a la electricidad.
La energía solar, por poner un ejemplo, a través de microrredes proporcionaría electricidad a estas áreas que actualmente se encuentran fuera de la red y de este modo estas comunidades serian enormemente beneficiadas, lo que permitiría a sus habitantes incursionar en diferentes actividades socioeconómicas que mejorarían su calidad de vida.
Además de mejorar la accesibilidad energética y reducir la huella de carbono, las renovables reducen significativamente los costos operativos y la vulnerabilidad ante las fluctuaciones constantes de los mercados de combustibles fósiles.
A este punto, seria seguro afirmar que las inversiones en energía renovables tienen la capacidad de sentar las bases para una economía más resiliente y estable.
Tengamos en cuenta que estas inversiones no solo benefician al sector energético, pues abren paso a grandes implicaciones para otras industrias como, por ejemplo, la automotriz.
La cual en los últimos años ha visto en auge la demanda por los vehículos eléctricos y de continuar al ritmo que se prevé, para el año 2030, esto podría representar una disminución de cinco millones de barriles de petróleo diarios, según la Agencia Internacional de Energía, AIE.
Todo esto ha contribuido en la creación de un ecosistema fértil que estimula y transforma la economía desde diversos sectores.
Conscientes de que esta transformación es el camino hacia el crecimiento sostenible y que también abre las puertas a la colaboración internacional, hemos visto como los países se han ido sumando a la revolución de la nueva era energética, aumentado las inversiones en el desarrollo de nuevas tecnologías mientras continuamos la búsqueda de soluciones aún más eficientes para el almacenamiento de la energía y la integración de las redes.
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