El primer semestre de 2023 ha estado marcado por hitos de gran relevancia en las
relaciones empresariales entre la Unión Europea y Latinoamérica. Todos ellos
acompañados de una hoja de ruta público-privada, en la que las organizaciones
empresariales jugamos un papel determinante en este impulso, y estamos
firmemente convencidas de que debemos potenciar y conectar las prioridades a
uno y otro lado del Atlántico.
Una pieza clave en este proceso ha sido sin duda el programa europeo Global
Gateway, que pretende facilitar vínculos inteligentes, limpios y seguros en los
sectores digital, energético y del transporte, así como para potenciar los sistemas
de salud, educación e investigación en todo el mundo.
Se persigue movilizar hasta 300.000 millones de euros, de los cuales, según anunció
la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, más de 45.000 millones
se invertirán en Latinoamérica y el Caribe, centrándose en grandes proyectos de
infraestructuras, con el objetivo de crear cadenas de valor locales que contribuyan
al desarrollo y al crecimiento de la región.
Es una realidad que a ambos bloques nos unen unas excelentes relaciones
empresariales, pero sigue siendo muy necesario fortalecer y reforzar los vínculos de
beneficio mutuo entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, así como lograr la conclusión y ratificación de acuerdos con Chile,
México y Mercosur, entre otros. La presidencia española de la UE debería ser una
excelente oportunidad para ello.
Ambas regiones comparten un sinfín de objetivos y metas comunes que, si se llevan
a cabo conjuntamente constituirán un baluarte para hacer frente al contexto
geopolítico actual. No obstante, para lograrlo el sector público y el privado deben ir
de la mano en esta etapa de transformación y de cambios.
La libertad de empresa, el desarrollo sostenible, la digitalización, la innovación, la
igualdad de género, la formación, la mejora de infraestructuras y conectividad, la
simplificación regulatoria o las inversiones de triple impacto, son algunos de los
principales retos y desafíos que se han identificado desde el sector privado, y que
las organizaciones empresariales, en su papel de mediador y de vehículo
estratégico para reorientar las políticas públicas, han puesto sobre la mesa de
diálogo.
--Alianzas, inversión y libertad de empresa
El sector público es un actor y aliado estratégico para fomentar y estimular la
inversión, a partir de políticas públicas con visión a largo plazo y programas que
generen climas de negocios favorables. Es por ello que la colaboración público-
privada es un factor determinante para dar respuestas inmediatas y soluciones
viables a los grandes desafíos que ambas regiones tienen por delante.
De cara al crecimiento y a la atracción de inversiones de calidad es imprescindible
que los países dispongan de libertad económica y de empresa, y que cuenten con
marcos normativos y regulatorios adecuados y estables, que propicien un entorno
acorde a las necesidades tanto de la UE como de Latinoamérica.
Lograr una mejor y mayor inversión que ayude a generar empleos de calidad,
comprometer a todos los actores en el desarrollo sin dejar a nadie atrás, y mejorar
la asignación de los recursos e impulsar la innovación, son algunos de los objetivos
que se marca el sector empresarial en el contexto actual.
Resulta también fundamental promover la transparencia y la ética pública y
privada para mejorar la percepción y generar la confianza de nuestras sociedades;
así como invertir en proyectos que generen un triple impacto, prestando especial
atención al cuidado del medioambiente y fomentando la inclusión social y la
transición energética.
--Conectividad, digitalización y capital humano
Ahora más que nunca es necesario asumir y superar el reto de la transformación
digital, desarrollar las infraestructuras para integrar y conectar las regiones; e
invertir en formación de capital humano, aportando capacitación y asistencia
técnica especializada.
Es importante impulsar la productividad y la competitividad, cerrando brechas e
incentivando el emprendimiento. En este ámbito, los jóvenes juegan un papel
decisivo, gracias al talento y al afán para poner en marcha nuevas iniciativas y
modelos de negocio, que sin duda son la clave para el desarrollo de ambas
regiones. En el caso de Iberoamérica, este colectivo está muy bien representado a
través de FIJE (Federación Iberoamericana de Jóvenes Empresarios), permitiéndoles
alzar su voz y buscar soluciones adaptadas a sus necesidades.
Todo ello contribuye a fomentar un concepto sin el que las sociedades y los países
no podrían avanzar: la innovación. Y esto implica no solo tener ideas, sino tener los
medios para llevarlas a cabo, aumentando la inversión en I+D+i, facilitando el
desarrollo de las nuevas tecnologías, reconociendo el talento de terceros países y
conservando el propio, y, por supuesto, ofreciendo una educación y una formación
adaptada al mercado laboral que esté al alcance de todos.
--Igualdad de género, transición energética y oportunidades de mercado
Otro de los grandes desafíos a tener en cuenta en ambas regiones es la inclusión de
las mujeres en el mercado de trabajo y su acceso a los puestos de liderazgo. Para
ello, es fundamental promover sus capacidades emprendedoras y facilitar el
acceso a las habilidades digitales y de liderazgo, fomentando su promoción,
inclusión y participación.
En lo relativo a los mercados, hay que destacar también las oportunidades que se
presentan para ambos bloques, mediante la conclusión de acuerdos comerciales, lo
que facilitaría la diversificación tanto de los mercados de importación como de
exportación. El hidrógeno limpio o la industria de materias primas críticas son
algunas de las áreas en las que sendas regiones comparten intereses comunes.
Hablando de energía, la unión Europea podría aportar inversión, tecnologías
avanzadas y formación cualificada, mientras que América Latina ofrece un enorme
potencial en energías renovables.
Es una de las regiones con mayor porcentaje de renovables en su matriz energética,
en buena parte gracias a su riqueza en recursos hídricos, solares, eólicos y
geotérmicos. Es más, un cuarto de la energía primaria de la región proviene de
alguna de ellas, principalmente de la hidroeléctrica. Además, la evolución creciente
hacia la electromovilidad requerirá de importantes cantidades de minerales como
cobalto, níquel, cobre y litio, y algunas de las mayores reservas de estos elementos
se encuentran en Latinoamérica.
Documentos de posicionamiento y recomendaciones
Estas son algunas de las principales prioridades que tienen por delante la UE y
Latinoamérica, fruto todas ellas de grandes hitos que han tenido lugar este año: el
XIV Encuentro Empresarial Iberoamericano, la XXXI Reunión de Presidentes de
Organizaciones Empresariales Iberoamericanas miembros de la OIE y que
conforman CEIB, del Consejo de Presidentes de BusinessEurope y del Foro
Empresarial de la Cumbre UE-CELAC, entre otros.
Todo este esfuerzo se ha recogido en una serie de documentos, que marcan la hoja
de ruta que tienen ambas regiones en esta nueva etapa, y en la que CEIB ha estado
muy presente y activa. El Manifiesto Iberoamericano de Compromiso por la
Inversión, la Declaración OIE-CEIB y la Declaración de Madrid, reflejan las ideas
compartidas y los retos principales que se presentan en ambas regiones.
Desde el lado iberoamericano, este compromiso de futuro ha estado protagonizado
por SEGIB y CEIB, en colaboración con FIJE, y desde el europeo por BusinessEurope. En
el caso de la pasada Cumbre UE-CELAC, también cabe destacar la cooperación de
organismos multilaterales de gran prestigio, como BID y CAF; y de destacadas
instituciones europeas bajo la coordinación de la presidencia española de la UE.
A este trabajo colectivo, desde CEIB, SEGIB y FIJE le daremos seguimiento en los
grandes eventos que tendrán lugar próximamente: el VI Foro Iberoamericano de la
Mipyme en diciembre en Medellín, el XV Encuentro Empresarial Iberoamericano en
noviembre de 2024 en Ecuador, el IV Foro Iberoamericano de Innovación Abierta a
principios del año que viene en Santiago de Chile y la próxima Cumbre UE-CELAC en
Colombia en 2025.
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