España, especialmente Madrid y Barcelona, son el espacio elegido por las empresas más innovadoras y diversas del mundo. Más allá de ser para las empresas en general “la puerta de entrada a Europa”; para las latinoamericanas en particular, España brinda un contexto especialmente seductor por las siguientes características:
● España es la 13ª economía más grande del mundo y la 4ª de la Unión Europea. Habitada por 47 millones de consumidores y más de 83 millones de turistas la visitan cada año.
● Según Invest in Spain, más de 500 empresas extranjeras se instalan en España anualmente y se han invertido más de 3,300 millones de euros en el desarrollo de start ups en el último año.
● De acuerdo al Índice de Economía y Sociedad Digital de la Comisión Europea, que mide el progreso de los Estados miembros de la UE en materia de digitalización, España ocupa el puesto número 11 en la UE.
● Con lo que respecta a Madrid y Barcelona, ocupan el 5to y 7mo puesto en el ranking de Hubs de innovación más importantes de Europa.
Todas estas características hacen que España sea un mercado más que atractivo para aquellas empresas latinoamericanas que quieren tener su primera experiencia fuera de la región y expandirse al resto de Europa.
Sin embargo, llegar puede ser fácil pero quedarse definitivamente no es sencillo.
Constituir una empresa legalmente suele ser un trámite burocrático alcanzable pero operar de manera sostenida en el tiempo es todo un reto. También, están aquellos que se embarcan en el plan de tener oficinas y contratar equipos sin aún haber validado el mercado lo que supone un riesgo y coste muy alto.
Solemos encontrar empresas que no saben por dónde empezar. Pues, aterrizar en España con clientes y partners que generen negocio suele ser más caro y más difícil de lo que las empresas creen desde fuera. Utilizan estratégias y tácticas que han funcionado en sus mercados de origen pero que en la Unión Europea no tienen lugar y les cuesta adaptarse al entorno local.
Encontrar el camino más corto y rápido es el desafío más grande en un mercado altamente competitivo. Tener un proceso y estructura sin dudas son dos herramientas claves para aquellas empresas que necesitan optimizar sus recursos y poder obtener resultados tangibles.
Si bien cada empresa tiene su experiencia a la hora de aterrizar, hay 3 etapas previas que facilitan el crecimiento en el exterior:
La primera, es la exploración del mercado con el objetivo de poder descubrir dónde está el encaje.
La segunda, se basa en identificar quiénes son esos primeros clientes a los que se les podría aportar valor.
La última, validar el mercado y la propuesta de valor con esos potenciales clientes mientras se identifica qué y cómo se va a transmitir esa propuesta que se verá reflejada en la estrategia de marketing.
Como la internacionalización de una empresa va más allá de la venta de un producto o servicio en el exterior, es clave entender ciertas verticales específicas del mercado. Por ejemplo, las cuestiones fiscales/legales o los beneficios de desembarcar con un modelo de negocio de triple impacto comprometido con los ODS son aristas que pueden potenciar ese crecimiento. Ampliar el networking y trabajar constantemente el posicionamiento y la autoridad de la empresa en el mercado objetivo puede ser un gran acortador de caminos para generar oportunidades tangibles.
El éxito del desembarco depende de muchos factores tanto externos como internos de cada empresa. Tener el foco en un proceso de crecimiento orgánico permitirá a los empresarios y emprendedores a tomar las decisiones en los momentos claves, reduciendo riesgos y costos, logrando ingresar en España de manera inteligente y consciente.
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