Hay una frase que digo con cierta frecuencia y que quienes me conocen me escuchan repetir a menudo: el turismo es el sector económico más
humano de todos. Esta afirmación, tan contundente como sencilla, alberga, en tan solo unas pocas palabras, infinidad de matices. El primero, que el turismo es un sector tan vibrante como lo somos los seres humanos, precisamente porque somos nosotros, las personas, quienes lo conformamos. El segundo que, quizá por esa naturaleza, es también un sector en constante evolución. Y el tercero, que se trata de un área en el que la cadena de valor está compuesta por las personas de principio a fin: desde los trabajadores a los viajeros.
Teniendo eso en mente y, ahora que el sector ha vuelto a alcanzar la velocidad de crucero en cuanto a las visitas internacionales, es importante comenzar a prepararse para los retos que ya se vislumbran en el horizonte y en los que tenemos que trabajar todos a una. El primero de esos retos es la necesidad de seguir construyendo un sector con un empleo de valor, que otorgue capacidad de progresión y con modelos con vocación continuista. Nos va el futuro en ello, porque el turismo es el principal empleador de los jóvenes: más del 50% de sus trabajadores tienen 25
años o menos[1]. Hay que tener en cuenta además que el 16% de la población mundial está compuesta por la juventud, pero al comienzo de
esta década más de 1 de cada 5 de ellos no estudiaban, no trabajaban ni
recibían formación[2].
Además, la informalidad se suma a esos retos a superar, máxime si quienes formamos parte de él queremos aprovechar las oportunidades que brinda este apasionante sector.
En la región de América Latina, la proporción de trabajadores informales es del 25% para los hoteles y sube hasta 61% para los restaurantes[1]. Por ello urge diversificar e invertir en educación para seguir revertiendo
el paradigma. Los datos así lo indican, puesto que incluso en mercados turísticos maduros como el europeo, donde hasta el 25% de los trabajadores del turismo en la Unión Europea han mostrado cualificaciones bajas[2], encontramos la necesidad de apoyarse en la formación para evolucionar hacia un sector más resiliente.
Por fortuna, las oportunidades no dejan de aparecer. Y estamos a tiempo de aprovecharlas, puesto que se calcula que, de aquí a 2030, alrededor de 882.000 puestos de trabajo en el sector turístico al año
requerirán formación profesional[3]. La cifra no es nada desdeñable, aunque hay que ser conscientes de que para formar parte de esa fuerza laboral se requerirá del uso de una herramienta capaz de transformar no solo el sector, también las vidas de quienes lo componen y esa no es otra que la educación.
INVERTIR EN LAS PERSONAS, EL PLANETA Y LA PROSPERIDAD
Durante el pasado día Mundial del Turismo vimos clara la necesidad de comenzar a cambiar el enfoque para transformar el sector y comenzamos a hablar de un nuevo marco de inversiones en turismo que está más ajustado a las perspectivas y necesidades del presente y el futuro. Así
apostamos por invertir en las personas, el planeta y la prosperidad. Esto es, enfocarse en la educación de quienes forman parte del sector, abogar por prácticas sostenibles, y apostar por seguir avanzando y generando
oportunidades contando con la innovación como catalizador.
Así pues, una vez más, la educación se plantea como clave para alcanzar los nuevos horizontes, incluida la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible planteados por Naciones Unidas. Su importancia es tal que, de hecho, el número 4 de esos objetivos está directamente referido a ello: a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Porque solo a través del acceso a la educación de toda la población se puede garantizar un crecimiento económico y social sostenible.
En este sentido, América Latina ha sabido reconocer la importancia de las iniciativas destinadas a la formación técnica y la educación en todos los niveles. Primero, en países como mi Colombia natal, incluyendo el turismo como asignatura en el currículo de la educación secundaria. Y después
escuchando a todos los actores del sector, desde las agencias gubernamentales a las propias instituciones educativas y potenciando un crecimiento turístico que avance, que innove y que preserve el patrimonio cultural y proteja los recursos naturales.
En esa apuesta por la educación, en ONU Turismo abogamos por la inclusión del turismo en el currículo escolar. Lo hacemos con nuestro Education Toolkit, un paquete de medidas para ayudar a los estados miembro a sumarlo en sus programas educativos. De este modo, los futuros integrantes de la fuerza laboral verán desde edades tempranas las distintas vías que existen y esto les dará alas para crear y desarrollarán
todo su potencial.
En nuestra defensa de la formación educativa, apostamos también por una educación superior diversa, en la que siguen teniendo cabida los modelos tradicionales, pero a la que se han sumado nuevas opciones. Porque ante nuevas casuísticas tienen que presentarse también nuevas
formas de gestionarlas. Por eso, en ONU Turismo nos hemos involucrado, por primera vez, en la formación superior, mediante el Bachelor of Science in International Tourism, un grado universitario desarrollado por la prestigiosa universidad suiza de Ciencias y Artes aplicadas de Lucerna (HSLU), que tendrá su primera promoción este otoño y que centra su
currículo en un enfoque holístico del sector y preparar a las nuevas generaciones para los desafíos del futuro.
EL TURISMO COMO POLÍTICA DE ESTADO
Además de poner el foco en que este, el nuestro, es el sector más humano de todos, hay otro asunto en el que suelo incidir: en que el turismo debe ser una política de estado. Su transversalidad hace necesario que sea tratado como tal, puesto que está en contacto y afecta a otros sectores. Y,
además, tiene que estar fundamentado en tres pilares que no son otros que la generación de confianza, las inversiones en el sector y la educación de su fuerza laboral.
Como ven, volvemos una y otra vez a encontrarnos con la educación como punta de lanza para transformar el sector. También por eso, desde ONU Turismo, como organismo de Naciones Unidas, estamos trabajando para que ese objetivo de desarrollo sostenible se cumpla y potenciar el acceso a la educación de calidad. Lo hacemos mediante proyectos como la Tourism Online Academy, una plataforma educativa especializada en el sector que alberga cursos gratuitos y elaborados por instituciones educativas de prestigio como la Universidad de Externado de Colombia, la
Pontificia Universidad Católica de Chile, el IE o la Politécnica de Hong Kong. En la actualidad, la plataforma cuenta con casi 27.000 estudiantes, una cifra que va en aumento.
Para fomentar y acompañar a quienes apuestan por la formación y quieren hacerlo en la plataforma online, hace tan solo unos días hicimos entrega de 960 becas para estudiantes de América Latina y el Caribe. Fue durante la Comisión Regional para las Américas, celebrada en Cuba, en la que la educación hizo parte de las conversaciones de alto nivel junto a la innovación. Sin duda, ambas son el camino para el desarrollo del turismo. El presente y el futuro de la región está en los jóvenes y en las inversiones que podamos hacer en ellos.
Se atribuye a Aristóteles haber dicho en algún momento que “la sabiduría es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad”. Tomemos esta frase como inspiración para impulsar a los más jóvenes a creer en la fuerza transformadora de la educación, para que les ayude a aprovechar
al máximo las oportunidades que este increíble sector puede brindar.
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