Es un momento inmejorable para potenciar un diálogo que contribuya a consolidar y afianzar una agenda realista entre ambas regiones, que recoja y responda plenamente a las necesidades y a un contexto global cambiante y cada vez más complejo.
El futuro pasa por las alianzas y, para ello, es necesaria la coordinación y la colaboración entre las instituciones. Pero no solo con coordinación aseguraremos un futuro estable. Hay otro concepto a tener muy en cuenta: el seguimiento, aspecto en el que las organizaciones empresariales tienen mucho que aportar. El diálogo y las propuestas están en nuestro día a día y el seguimiento, sin duda, en nuestro ADN como representantes del mundo empresarial.
2023 es año de cumbres, la de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno de Iberoamérica del 23 al 25 de marzo en Santo Domingo, República Dominicana; y la que coincidirá en el segundo semestre del año con la presidencia de España del Consejo Europeo: la Cumbre EU-CELAC 2023. Es un momento inmejorable para potenciar un diálogo que contribuya a consolidar y afianzar una agenda realista entre ambas regiones, que recoja y responda plenamente a las necesidades y a un contexto global cambiante y cada vez más complejo.
El compromiso de las Organizaciones Empresariales En este año de citas tan relevantes, las organizaciones empresariales vamos a enarbolar un firme compromiso: volver a la senda del crecimiento y la inversión. Conceptos que suponen sobre todo avanzar.
Para ello, la colaboración entre Europa y América Latina va a ser decisiva. De nuestro lado aportaremos la estrecha e intensa colaboración de las organizaciones empresariales e instituciones representativas de la UE y América Latina, a través del Consejo de Empresarios Iberoamericanos, CEIB, de la organización empresarial europea, BusinessEurope, y de la Organización Internacional de Empleadores OIE.
Los organismos multilaterales van a jugar un papel esencial tanto desde el punto de vista de planificación, estrategias y puesta en marcha de políticas comunes, como por su papel de financiadores. En clave iberoamericana, para hacer frente a los retos que tenemos, y más en el contexto actual, son necesarios liderazgos sólidos en instituciones sólidas, eficientes, que generen confianza y en las que impere la equidad, la igualdad y la justicia. Nuestra receta siempre es la misma, además de una defensa a ultranza de la democracia, de la libertad de empresa, del diálogo social y del estado como garante de libertades y de compromisos, intensificar la cooperación y coordinación entre las instituciones afines al espacio iberoamericano en un ejercicio permanente de colaboración público-privada real.
Una de las grandes ventajas en Iberoamérica es la “regionalidad”. Desde ella se debe ejercer un efecto de arrastre de dinamismo, reforzado por el compromiso con los valores de libre empresa, diálogo, libertades, marcos jurídicos estables y previsibles y un clima favorable para la inversión, que puede ayudar a potenciar la recuperación de las empresas y de los países.
–La base para un futuro mejor
La pandemia nos ha servido para hacer balance, y primar la importancia de relanzar las relaciones intrarregionales y de llegar a acuerdos con los que potenciar el multilateralismo en la región, apoyándonos en las experiencias y conocimientos adquiridos por cada uno de los países. Otra de las necesidades que surgió a raíz de la pandemia fue la digitalización y la conectividad, por su gran potencial para generar productividad, desarrollo y valor agregado a todos los sectores productivos.
En el contexto actual, hemos observado también cómo la transición energética se ha convertido en la clave para un futuro común entre Europa y América Latina. En el corto plazo existe una gran oportunidad para sentar unas bases sólidas de una alianza digital entre ambas regiones.
Los momentos difíciles han servido también para comprender que un buen liderazgo crea valor. Una buena reputación tiene un impacto positivo en inversión extranjera directa y en impulsar la mejor infraestructura que tiene un país, que es el diálogo social. Es importante incentivar la inversión, la educación, la productividad y la competitividad, todos ellos pilares para el crecimiento. Y todo esto debe ser parte de una agenda compartida.
Desde las organizaciones empresariales siempre se ha demandado la necesidad de impulsar modelos de alianzas y de colaboración público-privadas que permitan seguir creando empleo, bienestar y riqueza.
Para que sean exitosas, es imprescindible contar con una política de reformas económicas aperturista, que busque un mayor grado de transparencia y dote de previsibilidad al marco institucional normativo.
La integración de nuestros mercados implicaría la interconexión de 600 millones de personas, desarrollando un mercado con mucho recorrido para la transformación digital. Permitiría, además, la retención y circulación del talento y también mejorar y homologar su formación, aprovechando la oportunidad de impulsar empleos de calidad para nuestros jóvenes. Y ayudaría a seguir apostando por la doble transformación: digital y sostenible.
Ante este nuevo escenario se vuelven indispensables medidas para garantizar certeza jurídica, predictibilidad regulatoria y tributaria; marcos regulatorios flexibles para adaptarlos a los rápidos cambios tecnológicos; reforma de la regulación actual para atraer las inversiones requeridas en materia de conectividad; incentivar nuevos modelos de negocio que incluyan alianzasentre múltiples actores de la región; y un entorno que promueva la competencia efectiva entre los agentes que conforman el ecosistema digital. En este sentido, el BID estima que en los países de América Latina un incremento del 10% de la penetración de banda ancha implica un crecimiento del 3,19% de PIB, el 2,61% de la productividad y la creación de más de 67.000 empleos.
A todo este conjunto de factores, hay que añadir también la necesidad de reforzar la resiliencia de las cadenas de suministro por medio de una mayor diversificación, para reducir las vulnerabilidades y la excesiva dependencia de ciertos países. Alentar el comercio intrarregional, que en América Latina solo supone el 16,8%, constituye una prioridad.
Y, por último, habría que aprovechar la situación para acometer las reformas estructurales que demandan desde hace tiempo los empresarios y que ayudarían a relanzar las economías de la región: financiación para mantener al tejido productivo (Mipymes), incentivos para la atracción de inversión extranjera, seguridad jurídica, fomentar la internacionalización, impulso a las políticas tecnológicas y de innovación, y adaptar el sistema educativo a las necesidades del mercado laboral.
–Iniciativas de uno y otro lado
Desde la UE, la denominada Global Gateway que promueve conexiones sostenibles y fiables útiles para las personas y el planeta. Ayudará a hacer frente a retos comunes como la lucha contra el cambio climático, la mejora de los sistemas sanitarios y el impulso de la competitividad y la seguridad de las cadenas de suministro mundiales.
La Global Gateway es la herramienta y la respuesta con la que la UE va a contribuir a paliar el déficit de inversión mundial. En palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen:
“Apoyaremos las inversiones inteligentes en infraestructuras de calidad, en el respeto de las normas sociales y medioambientales más estrictas, y conforme a los valores y las normas de la UE. La Estrategia Global Gateway es un modelo de la forma en que Europa puede construir conexiones más resilientes con el resto del mundo”
De la Cumbre de Santo Domingo saldrán 4 documentos fundamentales para la Región, informaba el secretario general Iberoamericano, Andrés Allamand, recientemente, El primero, la Carta Medioambiental Iberoamericana, “que consolida la visión compartida frente a los desafíos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, y establece lineamientos para orientar normativas y políticas públicas en estas materias”.
El segundo, la Carta de Principios y Derechos Digitales Iberoamericana, “que coloca a las personas en el centro de la transformación digital inclusiva, atiende a las brechas existentes y evita nuevas, y promueve principios que los Estados deben tener a la vista al implementar las legislaciones nacionales y poner en marcha políticas públicas”.
El tercero, una Estrategia para alcanzar la seguridad alimentaria, que propone, entre otras medidas, “aumentar el comercio intrarregional y el desarrollo de cadenas de suministro más resilientes, consolidar la agricultura familiar, expandir el acceso a financiamiento para transformar los sistemas agroalimentarios y fortalecer la infraestructura digital rural.”
Y por último, el Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera Internacional, que “sistematiza una propuesta para avanzar hacia un sistema financiero internacional más justo, inclusivo y flexible, que permita a los países iberoamericanos afrontar de mejor manera los procesos de recuperación post pandemia, de transición energética, de adaptación climática y de lucha contra la desigualdad.”
Junto a ello, un claro y rotundo compromiso desde las organizaciones empresariales miembros de CEIB OIE y de los empresarios por la inversión y el crecimiento en la Región, que presentarán a los Jefes de Estado en el Conversatorio que cierra el Encuentro Empresarial y sirve de puente con la Cumbre Política.
Las organizaciones empresariales de Iberoamérica estarán representadas por la práctica totalidad de sus presidentes, un hecho histórico en estas citas.
Todos ellos participarán también en el XXXI Reunión de Presidentes de Organizaciones Empresariales Iberoamericanas OIE-CEIB, una cita que se celebra anualmente y que es anterior incluso a las Cumbres Iberoamericanas.
Los jóvenes empresarios tendrán también su espacio propio en Santo Domingo al celebrar la XII edición del Congreso Iberoamericano de Jóvenes Empresarios, su gran cita anual organizada por FIJE (Federación Iberoamericana de Jóvenes Empresarios), uno de los grandes colaboradores de SEGIB y CEIB en sus iniciativas.
La Cumbre de Dominicana y el XIV Encuentro Empresarial serán también el mejor de los escenarios para profundizar en temas relevantes para LATAM y la UE, que permitan mejorar las relaciones en todos los ámbitos, políticos, comerciales (avanzando en los acuerdos pendientes), empresariales y sociales. Sin duda un gran preámbulo para un año clave en las relaciones entre nuestras dos Regiones.